Si este libro llevase incorporado un prospecto, en él habría que poner: aplicar su contenido a todos los aspectos de la vida de todas las clases de la sociedad. La ambición de Lenin detrás de tantas y tantas páginas escritas sobre multitud de acontecimientos de la más diversa índole iba más allá de la denuncia. Su forma de escribir y de analizar cada suceso denotaban ya que el objetivo era contagiar a cada integrante de la clase obrera una inquietud por comprender y criticar todo aquello que le rodea, desde los padecimientos de los eslabones sociales más débiles hasta los intereses económicos que portan consigo toda ley y toda consigna de la clase dirigente.
La agitación, como retórica simplificada que capitalizaba abusos y atropellos concretos, era la forma de educación práctica predilecta para esta tarea. Mediante su ejercicio se enseñaba algo esencial, a saber, que el conocimiento de lo que a una clase le concierne no puede estar completo si no se atiende a todas las experiencias de la vida política en su conjunto. Hacerse eco de cada contradicción e injusticia, incluso de aquellas que no recaen directamente sobre nosotros, permite reconocer con mayor agilidad los puntos débiles del sistema y trazar una conexión entre los abusos cotidianos y la existencia del capitalismo y la autocracia.
