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Venezuela se encuentra en una fase de profundas transformaciones, resultado de una peculiar relación entre el gobierno de Chávez y los movimientos populares, que a veces es de apoyo mutuo y a veces conflictiva, lo cual obliga a estos movimientos a mantener una actitud de lucha para conseguir cambios reales en la sociedad. La "Revolución Bolivariana", como la llaman las organizaciones de base y el gobierno de Chávez, ha llevado a muchos habitantes de las barriadas populares a organizarse en comités de barrio para autogestionar su vida. Campesinos sin tierra que luchan por la aplicación de la reforma agraria, comités para la legalización de ocupaciones de edificios vacíos, la creación de cooperativas para la gestión de huertos urbanos... La población discute en las asambleas vecinales sobre el reparto de la riqueza y la política de la empresa petrolera estatal PDVSA. Miles de personas participan en las campañas de alfabetización y de salud...
En los medios de comunicación las informaciones sobre estos cambios llegan de manera muy desfigurada o simplemente son ignorados. El gobierno estadounidense y la Unión Europea mantienen políticas de presión, preocupados por los derroteros que pueda tomar Venezuela, y no disimulan sus simpatías por la oposición y por sus intentos de derrocar al gobierno de Chávez. Mientras que desde parte de la izquierda europea se observa con cierto escepticismo un proceso de cambio que parece girar sólo en torno a la figura de Chávez, pero que va mucho más allá, tal como nos relata Raúl Zelik en sus crónicas de un viaje a Venezuela, en las que trata de reflejar cómo se ha vivido y se vive el "Proceso Bolivariano" desde la óptica de las organizaciones populares.