Para envío
Para Sonia siempre que llueve llueve dos veces. Lo mismo cuando hace sol y se refleja en los charcos y en el barro que se forma en las cuestas del pueblo de sus abuelos. Todo sucede dos veces. Dos veces mira a su pequeño cachorrillo cada vez que lo mira. No es que lo mire una vez y luego otra, no: cada vez que lo mira lo hace dos veces a un tiempo. Y dos veces lo besa con cada beso. También le rompen dos veces el corazón cada vez que se lo rompen y también lo estrena dos veces de golpe cuando toca. Dos veces duele el dolor y doblemente se ama y así hasta el infinito. Eso le sucede porque es poeta.
Querer ser el reflejo invertido del padre.
Transformarte.
Errar distinto.
Soñar no errar.
Pisar con tu hijo las calles
moliendo la tierra de las trincheras antiguas.
Pedir perdón en nombre de los que te preceden
mientras pisas
para que el lastre termine en ti
y él ande ligero.
No querer sentir el ruido
de las culatas contra las puertas.
Seguir andando
como el tiempo,
perdón,
la tierra,
perdón,
Saturno, matando a su padre,
devorando a sus hijos.