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Éste es el primer libro que se publicó en España de un autor entonces desconocido, Charles Bukowski, que alcanzó de inmediato gran popularidad. Se ha comparado a Bukowski con Henry Miller y Hemingway, con Célice y Artaud, con Charlie Parker y W. C. Fields, y en pocos años pasó de escritor «maldito» a leyenda viviente. Los relatos aquí reunidos parecen extraídos de las tripas ulcerosas de su narrador, escritos entre ataques de delirium tremens, orgías y fantasías alcohólicas, utilizando el crudo lenguaje de la calle, de la escoria, de la basura, como nadie lo había hecho. Crónicas brutalmente divertidas de la pesadilla yanqui, del «desierto de neón», tan exentas de hipocresía, tan auténticas, que hacen estremecer. Apostamos a que el lector de este libro estará de acuerdo con la receta de Neil Baldwin: «Tomar una porción de Hemingway, añadir una dosis de humor (del que Hemingway extrañamente carece, mientras Bukowski es un virtuoso), mezclar con un puñado de hojas de afeitar y varios litros de vino barato, luego una o dos gotas de ironía, agitar bien y leerlo al final de la noche: así tendrá el auténtico sabor Bukowski».Éste es el primer libro que se publicó en España de un autor entonces desconocido, Charles Bukowski, que alcanzó de inmediato gran popularidad. Se ha comparado a Bukowski con Henry Miller y Hemingway, con Célice y Artaud, con Charlie Parker y W. C. Fields, y en pocos años pasó de escritor «maldito» a leyenda viviente. Los relatos aquí reunidos parecen extraídos de las tripas ulcerosas de su narrador, escritos entre ataques de delirium tremens, orgías y fantasías alcohólicas, utilizando el crudo lenguaje de la calle, de la escoria, de la basura, como nadie lo había hecho. Crónicas brutalmente divertidas de la pesadilla yanqui, del «desierto de neón», tan exentas de hipocresía, tan auténticas, que hacen estremecer. Apostamos a que el lector de este libro estará de acuerdo con la receta de Neil Baldwin: «Tomar una porción de Hemingway, añadir una dosis de humor (del que Hemingway extrañamente carece, mientras Bukowski es un virtuoso), mezclar con un puñado de hojas de afeitar y varios litros de vino barato, luego una o dos gotas de ironía, agitar bien y leerlo al final de la noche: así tendrá el auténtico sabor Bukowski».