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Lara López nos ofrece un fresco ácido, duro, un pinchazo sin algodón. El teléfono que no suena, la vida doméstica, los boquerones fritos, la voz de Jessye Norman, las despedidas, los abusos, las habitaciones de los hoteles, Blind Willie Johnson, los encuentros, las casas vacías, el pan con chocolate, los planes, el libro a medias, el derrumbe, el televisor de la casa de al lado, tu propio televisor, la nieve por dentro y por fuera, los encuentros, las pesadillas, los periódicos doblados, el barrio abandonado, el insomnio, lo callado, la espera? Todos afanados como insectos procurando una compañía. «Hola, soy yo. / Volveré a llamar, / ¿vale? Pitido. // Hola, soy yo. / Volveré a llamar, / ¿vale? Pitido.».