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Garantizar el florecimiento de todos parece una apuesta arriesgada ante una crisis ecosocial. Para reducir las injusticias en el desarrollo, algunos pensadores han sugerido buscar una «igualdad de capacidades» humanas. Ahora bien, en esta obra se desafía esta invitación sociopolítica mediante la indagación del concepto de «contracapacidad». Primero, se discute el trasfondo de sentido cultural e histórico que puede operar bajo una presunta capacidad individual. Segundo, se contextualiza cómo surgen algunos conflictos entre capacidades en entornos ecológicamente deteriorados y dominados por la industria cárnica, analizando críticamente libertades como la de estar sano, estar bien nutrido o consumir recursos. Y tercero, se contempla la adecuación de una teoría de la justicia ecosocial enfocada en el reconocimiento y en los roles de dominación que se ejercen sobre capacidades humanas y no humanas. Esto último lleva a explorar la promesa de un «florecimiento sinergético», que ponga en jaque al individualismo, al antropocentrismo y al cortoplacismo. Sin esta revisión meditada de nuestros estilos de vida y de nuestro consumo, el afán por igualar las capacidades humanas puede provocar el desmoronamiento de las bases biológicas y morales para florecer de manera justa. Este libro reivindica la importancia de cuidar las relaciones interdependientes que, a veces invisiblemente, nos entrelazan a todos.