LA PRINCESA QUE BOSTEZABA A TODAS HORAS

Imagen de cubierta: LA PRINCESA QUE BOSTEZABA A TODAS HORAS
Precio: 14,04€
Agotado
Editorial: 
Coleccion del libro: 
Idioma: 
Castellano
Ilustrador/a: 
Número de páginas: 
36
Dimensiones: 230 mm × 250 mm × 0 mm
Fecha de publicación: 
ISBN: 
978-84-96573-06-2

La princesa no hacía más que bostezar y, como los bostezos son tan contagiosos, todo el palacio andaba con la boca abierta: el rey, la reina, los ministros?, hasta el gato y el perro del jardinero bostezaban. El rey trataba de contentar a su hija con todo lo que tenía a su alcance, pero sus intentos eran inútiles. Un día, mientras paseaba por los jardines, el hijo de un criado de palacio se acercó a la princesa y?

Un relato divertido, sencillo y eficaz que, con acento poético, le saca gran partido al lenguaje y subraya el valor de la amistad con un mensaje claro y directo para los lectores: ? ni bolas de helado, ni colchones de pluma, ni elefantas amarillas alegran el corazón de las princesas tanto como un buen amigo.

Un cuento para que los niños aprendan a reconocer los valores y a disfrutar plenamente de la infancia. Porque en una sociedad a menudo amenazada por el consumo, conviene que no olviden la importancia de las relaciones humanas, del juego tradicional y de la experimentación como actividades indispensables para conocer el mundo y establecer lazos afectivos.

Las ilustraciones de Elena Odriozola, de trazo delicado e intimista, con una paleta de colores suave y contenida, resuelven de manera eficaz, tanto técnica como conceptualmente, una secuencia de situaciones en las que la sutileza y la finura sobresalen, como rasgos dominantes de esta excelente propuesta plástica.

AUTOR/A

GIL MARTÍNEZ, CARMEN

Nací un 24 de septiembre de 1962. No sé a qué hora, ni cuánto pesé ni cuánto medí (eran demasiadas horas, demasiados medidas y demasiados pesos para mi madre).<BR><BR>Durante mucho tiempo viví en un barco. Bueno, está bien, no era un barco?, ¡pero a mí me lo parecía! Recuerdo una vez que un señor tuvo que agarrarme porque me llevaba el viento (ya se me notaba mi tendencia a despegar los pies del suelo).<BR><BR>Los Reyes Magos de Oriente me trajeron una bicicleta blanca. Yo era una niña blanca. Pero me gustaban las pinturas de colores. Una vez me hicieron el mejor regalo de mi vida: una caja de madera llenita de pinturas. Y le pinté flores a mi bicicleta.<BR><BR>Mi primer amor fue mi profesor de Literatura. ¿O la literatura de mi profesor?<BR><BR>Mis amigos se quejaban a menudo de que estaba siempre en las nubes. Así que un día decidí convertir mis nubes en palabras? ¡y regalárselas!<BR><BR>Ahora sé que son las seis, mido 1?70 y peso 60 kg, pero me siguen llevando los vientos. ¡Cuánto disfruto repartiendo nubes y palabras por el mundo!

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