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Distintas cosas dispuestas sobre una mesa dibujan un mapa o constelación. Es un juego que consiste en volver a los objetos sujetos: el teléfono es el padre, un libro es la madre, la hermana es un tubo de pasta de dientes, las gafas son la abuela paterna. Como en un tablero de posiciones, la protagonista de esta novela, aunque escéptica, se deja guiar en este juego que le ha propuesto su amiga y productora. Tiene 30 años, sabe que va a separarse de su novia, filma su tercera película. Desde allí narra, encadena y se desvía, sigue los hilos de su historia tras el asesinato de sus padres, guerrileros urbanos, una biografía que desafía los designios de la orfandad, donde el desgarro se vuelve móvil del erotismo, y lo monstruoso el germen de la fragilidad y la belleza.
'Lo que aprendí de las bestias', de la cineasta Albertina Carri, es una novela colmada de encuadres, de imágenes que tensan la memoria, el tiempo personal e histórico, que desplazan la tragedia hacia zonas luminosas. Una pieza que ilumina la obra de una artista que ha desafiado formatos, lenguajes y géneros.
"A menudo la crítica se refiere a Albertina Carri como una persona irreverente y provocadora. Yo la definiría, tomando prestadas las palabras de la escritora mexicana Elena Garro, como "una partícula revoltosa". ¿Es su novela una autoficción o una autobiografía, para etiquetarla como parecería que ahora debe hacerse imprescindiblemente? ¿Una novela sobre la dictadura? ¿Una reflexión ficcionalizada sobre la postdictadura? ¿Se tratará de un texto sobre la clásica y tradicional dicotomía entre campo y ciudad? ¿O tal vez una novela erótica, quizá hasta 'pornográfica', a la manera de su pequeño corto de 2002 sobre la Barbie, figura central en nuestra cotidianidad actual y cinematográfica? ¿Un intento por poner en palabras, y exorcizar, aquello que ella designa como el "polo tóxico", a la vez la historia de su tiempo y el tiempo personal que le ha tocado vivir?"