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Empecé a publicar el BlogOlaf para engañar al ojo cíclope del Big Data, consciente de que el único lector exhaustivo de mis divagaciones iba a ser un algoritmo inquisidor. Antes de ser pera, fui salmón, ahora reencarnado en araña para enredar al lector en la sinopsis. Este volumen recopila las entradas elegidas por Barrett entre el autobombo de mis labores y la divulgación de mis influencias. La sabrosa amalgama pretende facilitar la digestión de dibujos, grabados, música y otros inventos eléctricos, como el capullo trenzado por la araña antes de la cena. Entrez, pasen y déjense morder. ?Olaf Ladousse.
«Olaf Ladousse es un ARTISTA, así con mayúsculas. Acostumbrados como estamos a tanto pintamonas y tanto pisaverde sin geometría ni teología, un personaje como Olaf deslumbra y apabulla con su genio bizarro a prueba de fallos. El maldito gabacho resulta ser de esa suerte de personas bendecidas por el buen gusto que todo lo que hacen lo hacen bien. Muy BIEN y muy RARO en el caso concreto de este elemento de lengua de trapo, que lo mismo te monta una deriva cartelista, te estampa una serigrafía que no es de este mundo, te construye una joya sonora en un pispás». ?Galcatus para la revista Étapes.
«Este libro acredita a Olaf Ladousse como, en efecto, ?un gran hombre? (o, mejor, un gran niño eterno), el mejor partido para las suegras y uno de los más irreprochables modelos de conducta para aquellos jóvenes que le concedan a la alegría y al juego la justa importancia. Que es toda la importancia (por supuesto)». ?Jordi Costa.
«Decir a estas alturas que Olaf es una verdadera gloria del underground es quedarse en la chusca obviedad de un suplemento dominical. Prácticamente no hay empresa alternativa, alegal o ilegal, que no presuma de tener «una cosa de Olaf». ?Galactus.
Olaf lleva ventinueve de sus cincuenta y dos años viviendo en España. Nació en Bélgica y se graduó en la Escuela de Diseño Industrial de París. Viste moderno, con camisas de amplios y picudos cuellos y se peina con la raya a un lado para que el equillo le caiga sobre su frente. A pesar de sus tres décadas comunicándose en español, conserva un fuerte acento francés. Jordi Costa es el encargado de prologar esta maravilla.