“¿Este fin en concreto justifica estos medios?”. Ésta es la pregunta clave que ronda el capítulo de obligada lectura “De medios y fines” del Tratado para radicales: Manual para revolucionarios pragmáticos” de Saul Alinsky.
Este criminólogo, hijo de inmigrantes rusos, causaba temor entre el establishment local cada vez que organizaba a una comunidad en alguna ciudad. Porque ésa es la esencia del libro, dar herramientas a los organizers para que la gente se empodere. Su influencia en la historia reciente de Estados U/nidos es notable, especialmente en la ciudad donde su actividad política fue mayor: Chicago. Allí una joven Hillary Clinton escribió s tesis doctoral sobre él y Barack Obms comenzó como organizer, una persona que organiza una comunidad para que luchen por sus objetivos y logren poder. Este libro de cabecera para mucha de la izquierda alternativa estadounidense es editado por fin en el Estado español, donde su vida y obra es pŕacticamente desconocida, por Traficantes de Sueños, dentro de su colección Útiles.
La actualidad de este manual es absoluta pese a que fue escrito en 1971 así como sus múltiples referencias a la sociedad americana de la época. Toda persona que alguna vez haya preguntado “¿Cómo organizamos el descontento?” debería leer este libro, especialmente en este momento destituyente. Su capítulo dedicado a la táctica lo convierte en El arte de la guerra activista por excelencia, recordándonos que el poder no es solo lo que tenemos, sino lo que el enemigo cree quew tenemos o que el ridíulo es el arma más poderosa; así, se proponen técnicas tan imaginativas como utilizar el racismo a favor de los moviminetos por los derechos civiles, llenando un centro comercial de negros para lograr que sean contratados como trabajadores. Saul Alinsky tiene meridianamente claro que para lograr un cambio real se debe llegar a la clase media para que ésta se organice y deje de ser el pasto de cultivo de la ultraderecha más retrógada.
La reflexión sobre la disyuntiva entre medios y fines es muy necesaria en estos tiempos de escraches en los que la violencia es unidireccional, desmitificando al mismísimo Gandhi. Mientras que Stephane Hessel decía ¡Indignaos! en un panfleto de escasa calidad magnificado por la editorial Planeta, ¡Organizaos! es la tesis primordial de este libro de rápida lctua pero que deja una huella profunda en las mentes de sus lectores