Léon Werth (Remiremont, 1878-París, 1955) fue escritor, periodista y crítico de arte.<BR>Antimilitarista tras su experiencia como voluntario en la I Guerra Mundial, anticolonialista después de su estancia en Indochina, hombre de izquierdas desengañado del stalinismo, su vida y obra se distinguen por su avidez de conocimiento, su compromiso cívico y social y su radical independencia intelectual.<BR>Nació en el seno de una familia de origen judío en Remiremont (Vosges, oriente de Francia). Desde muy joven, frecuenta y traba amistad duradera con algunos de sus más ilustres contemporáneos: Octave Mirbeau, Paul Signac, Lucien Febvre, Pierre Bonnard, Colette? En 1935 conoce a Antoine de Saint-Exupéry, a quien le unirá un profundo afecto que durará hasta la muerte, en 1944, del autor de El principito.<BR>Se inicia en el periodismo como cronista en la revista Le Petit Bleu. Más tarde, afirma su posición como crítico de arte en Les Cahiers d?aujourd?hui. Además de la danza, la pintura es una de sus grandes pasiones.<BR>En septiembre de 1911, debido a una grave infección, es hospitalizado e inmovilizado durante dos meses. Escribe su primera novela, una excepcional narración sobre el dolor titulada La Maison blanche, finalista del Goncourt.<BR>En 1914 parte voluntario al frente y vuelve horrorizado. A contracorriente del triunfalismo y del patriotismo naif, publica Clavel soldat (1919), que es considerada un escándalo. «En la guerra, el hombre desaparece, solo queda el soldado», escribe.<BR>Se ilusiona con la Revolución de octubre y escribe en el semanario Monde, próximo al partido comunista, pero manteniendo siempre su independencia crítica. Tras la expulsión de Trotsky y el proceso a Victor Serge, se manifiesta abiertamente antiestalinista.<BR>Contrae matrimonio con Suzanne Canard, joven artista próxima al anarco-sindicalismo; nace su hijo Claude en 1925. Al regreso de su estancia en Indochina, publica Conchinchina (1926), radical cuestionamiento del colonialismo.<BR>El 11 de junio de 1940, ante el avance de las tropas nazis sobre Francia, Werth y su mujer deciden abandonar París y viajar a su casa de vacaciones en Saint-Amour (Jura), en su viejo Bugatti, trayecto que se convierte en una auténtica odisea y que narra en 33 días. Allí, aislado durante la ocupación, atrincherado y en soledad, redactará su momental diario personal Déposition, Journal 1940-1944.<BR>«Déposition es para el historiador uno de los testimonios más directos y valiosos de los que pueda disponer para recomponer la evolución de los espíritus en un rincón de tierra francesa, entre los tiempos nauseabundos del armisticio y este gran año de Liberation». Lucien Febvre, Annales, 1948.<BR>Al término de la guerra, continúa escribiendo. Muchas de sus crónicas periodísticas son seguimientos de juicios que se elevan como excelentes reportajes. Sin embargo, él mismo escribirá:<BR> «Releyendo estas líneas, todo me parece aburrido, gris, sin acento. Han existido Dachau, Ravensbrück, Buchenwald. Nuestra noción del crimen se transforma».<BR>Léon Werth, quien mereció el sobrenombre de «el curioso universal», o «el insumiso» según su biógrafo Gilles Heuré, murió en París, el 13 de diciembre de 1955.<BR>Es difícil entender por qué su obra no fue reeditada hasta varias décadas después. O quizá no tanto. La agudeza y lucidez de sus escritos en cualquiera de los géneros que cultivó y la defensa irrenunciable de su libertad de expresión no siempre resultaron cómodas ni bien comprendidas. En 1935, por ejemplo, la editorial Grasset rechaza la publicación de Conscience 1935. Aunque el editor se declaró impresionado por «la calidad de pensamiento y la calidad de la expresión», dudó de que la obra pudiera seducir suficientemente a los lectores. La editorial Rouges Gorges también lo rechazó: encontró el libro «muy inteligente. Quizá demasiado? Léon Werth juega el papel de feroz independiente y sin duda con razón. Ni la derecha ni la izquierda aceptarán sostenerlo».<BR>Su redescubrimiento por la editora Viviane Hamy es la reivindicación de uno de los testimonios más lúcidos y apasionantes sobre la primera mitad del siglo XX:<BR>«Me sedujo por su libertad de espíritu, su humanismo, la perfección de su estilo. Cada frase es una historia? Tras veinte años, sigo conmovida por la ?presencia? del hombre y del escritor, y por su capacidad para emocionar e impresionar a la gente joven. Y a los menos jóvenes.»<BR><BR>Editorial Veintisieteletras