¿Es legítima la presencia de cricifijos en las aulas escolares? ¿deben prohibirse los atuendos religiosos que cubren el rostro? ¿Son admisibles las razones confesionales en sede legislativa? El debate sobre el papel de la religión y los límites de la libertad de conciencia nos interpela todos los días. Corresponde a la laicidad propiciar la coexistencia en la diversidad y garantizar una separación entre Estado y confesiones religiosas que proteja a ambos de injerencias recíprocas. El contexto de estos problemas es una Europa en la que no se ha realizado el diagnóstico ilustrado de una sociedad plenamente secularizada. Una sociedad diversa acoge a ciudadanos religiosos que articulan su participación política con motivaciones confesionales. La filosofía política postsecular debe responder a estos nuevos retos evitando los extremos del positivismo científico y de la superstición religiosa.