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En las últimas décadas, de la crítica a la escuela tradicional han surgido numerosos espacios de educación «alternativa» al margen de la escuela pública -considerada enemiga de la «libertad»-, a la vez que se han introducido en esta nuevas «prácticas innovadoras». Negándose a aceptar la dicotomía entre una educación controlada por el Estado capitalista y sus supuestas vías de escape, "Las falsas alternativas" desvela qué se esconde bajo el rostro amable de estas propuestas: su carácter segregador, su función privatizadora y las premisas liberales de sus presupuestos pedagógicos. La centralidad de la felicidad personal, la apelación a unas presuntas capacidades innatas o la celebración irreflexiva del deseo y el autodidactismo son algunos de los pilares teóricos de unos planteamientos que se han valido de ideas y conceptos históricamente asociados a la tradición libertaria para ponerlos al servicio de prácticas ultraliberales, donde la ideología capitalista se enmascara tras un ideal de sonriente naturalismo infantil.