Carabancheleando crea un diccionario para impulsar el habla de los barrios

Eduardo Bravo
Yorokobu
03/04/2018

El colectivo Carabancheleando ha recopilado en Diccionario de la periferia las expresiones de los barrios de Madrid, para resaltar su valor cultural y reflexionar sobre cómo el lenguaje conforma la realidad.

Dar nombre a las cosas con las que conviven las comunidades humanas no es un acto inocente, sino que tiene innumerables efectos en esas sociedades. El análisis del léxico de un grupo de hablantes informa, entre otras cosas, de sus estructuras familiares, de su entorno natural, de su religión, de su funcionamiento interno e incluso de su estructura política.

A nadie se le escapa que el lenguaje es también una de las muchas herramientas de las que dispone el poder para imponer su control sobre los ciudadanos. Simplificando mucho el mecanismo, solo es necesario crear palabras que ensalcen ciertas instituciones, al tiempo que otras denigran a determinados colectivos, culturas o lugares.

Por esa razón, si se desea poner en marcha nuevas y diferentes formas de generar conocimiento, es necesario operar en el terreno del lenguaje, de las palabras y de los conceptos.

Ese es el objetivo de Carabancheleando, un colectivo que centra su trabajo sobre la periferia de Madrid. Entre sus proyectos está el Diccionario de las periferias, un libro en el que se recogen datos históricos, mapas, cartografías sobre la periferia y expresiones o términos surgidos en ellas.

«Carabancheleando nació en 2013, a partir de una investigación militante que estábamos haciendo en el Grupo de Periferias del Observatorio Metropolitano, que buscaba ver cómo estaba impactando la crisis en esas zonas de la ciudad», explica uno de sus responsables, Sergio García.

Para desarrollar ese trabajo, García y sus compañeros realizaron derivas por Alcorcón, Parla, Torrejón y Vallecas. De esa experiencia, lo primero que concluyeron es que no solo había una periferia, sino muchas.

«Encontramos el barrio obrero, también el barrio guetificado, que era el resultado de las políticas de vivienda de la Transición con realojamientos a lo bestia y, por último, la periferia neoliberal, que sería la de las nuevas construcciones. A todas ellas se añade una periferia que llamamos «+1», que son esas zonas marginales como la Cañada Real que, aunque quedan pocas, aún están ahí».

Durante la investigación, los miembros de Carabancheleando detectaron varios temas que eran característicos del barrio. Por ejemplo, los estigmas, las fronteras, la crisis o los movimientos sociales. Sin embargo, a medida que fueron profundizando, también comprobaron que surgía de ellos una gran cantidad de oralidad que ayudaba a definir lo que era la periferia.

«Era una representación de la periferia que iba más allá de lo académico o mediático», explica Sergio García. «Por eso, para visibilizarlo, decidimos hacer un diccionario que permitiera conocer lo que sucede en los barrios, darle valor y compartirlo».

Entre los términos que se incluyen en el Diccionario de la periferia y que forman parte de la realidad de esos barrios están «redadas racistas», «sin papeles», «autogestión», «asociación de vecinos», «vacaciones», «mestizo», así como términos añejos que datan de los años 70 y 80.

«Son palabras que proceden del entorno “taleguero” y que ahora están un poco desfasadas, pero que emplea la gente de esa generación y que “delatan” a alguien como parte de la periferia».

A ese lenguaje surgido de los ambientes talegueros de los 70 y 80, se suma el procedente de la inmigración interior de los años 60 y 70 y, más recientemente, el relacionado con los movimientos migratorios originarios de otros países, como los de Sudamérica o África.

«A pesar de esa mezcla, en Carabancheleando nos hemos dado cuenta de que las periferias están hechas de mundos intransitivos. La enorme diversidad social y cultural de esos barrios no acostumbra a tocarse. Coexiste, pero hay pocos vasos de comunicación sociales y culturales, debido a una segregación social muy fuerte derivada de políticas de racismo institucional o del propio barrio».

Esa norma, sin embargo, se rompe en el caso de las generaciones más jóvenes. El instituto, las canchas de deporte, los polideportivos o el parque son lugares en que las diferencias sociales se diluyen y los lenguajes se mezclan.

«En el mundo adulto hay poca interacción y poca interculturalidad. Son los jóvenes los que más mestizaje realizan, porque en los institutos y en los espacios públicos conviven chavales gitanos, payos e inmigrantes. En ocasiones puedes escuchar a chavales payos que se llaman entre sí “primo”, que era algo muy particular del mundo gitano o, por ejemplo, ahora ves que todos ellos escuchan regaetton».

Después de una primera versión en formato web, el Diccionario de las periferias acaba de ser publicado en soporte físico por la editorial Traficantes de Sueños. Un libro que puede comprarse o descargarse en pdf a cambio de nada o de una donación realizada libremente por el usuario.

«Si el saber de los barrios es un común, de todos y de nadie al mismo tiempo, no podemos hacer nosotros una apropiación privativa de ese conocimiento», explica Sergio García. «Nuestro objeto era visibilizar esa realidad, aportar nuevos conceptos y ponerlo todo a disposición del común a través de la web y del libro. La idea era generar conocimiento para los movimientos sociales y ahora está ahí para el que lo necesite».

Lejos de ser un final, la aparición del diccionario es un paso más en el proceso de trabajo de Carabancheleando. Mientras que algunos de sus miembros continuarán completándolo, otros harán uso de su contenido para reflexionar sobre las periferias, el poder y los movimientos sociales.

«Por un lado, en el diccionario encontramos ausencias de, por ejemplo, el mundo gitano, de algunos grupos emigrantes o de gente muy joven o muy vieja. Por eso queremos ampliar la investigación a otros escenarios como mercadillos, parques, gimnasios y otros lugares donde se desarrollen prácticas culturales pero desvinculadas de movimientos políticos o sociales organizados. Por otra parte, ya hay miembros de Carabancheando que han ido haciendo uso del diccionario de diferente manera».

Entre los miembros de Carabancheleando hay perfiles profesionales muy diferentes. Entre ellos, profesores de secundaria y universidad, que ya han comentado en las aulas con sus alumnos la iniciativa del Diccionario periférico.

«Lo primero que les llama la atención a los alumnos es que exista un diccionario de este tipo, porque les parece que la idea de diccionario es antagónica a la de que las periferias producen conocimiento. Luego les sorprende que se hable de cosas de las que no se suele hablar y que, las pocas veces que se abordan, suele ser para mal», indica.

Lo que más les llama la atención a los alumnos es que ese diccionario, aparentemente tan lejano, en realidad, habla de ellos.

«El otro día en la universidad lo utilizamos en clase y los alumnos se sorprendían de que incluyese conceptos relacionados con su vida, a los que ellos no daban ningún valor reflexivo. Por ejemplo, la definición de “vida de banco”. La idea de pasar parte de tu vida en un banco del parque con tus colegas», cuenta. «Les sorprendía mucho que ese acto, tan cotidiano y a la vez tan íntimo, tuviera valor reflexivo e implicaciones sociales. Fuimos hablando del tema y cada uno fue exponiendo sus experiencias al respecto, lo que hace que, al final, también se vaya modelando la palabra».