Simbiogénesis, parentescos y nuevas geografías y ecologías
Fernando Llorente, activista ecologista.
Sesión presencial y online. En Ateneo La Maliciosa - Traficantes de Sueños c/Peñuelas, 12
A Haraway no le gusta el término con el que se nombra los tiempos que vivimos. Acuñada a principios de los años 80 por el ecólogo de la Universidad de Michigan Eugene Stormer, la noción de Antropoceno designa la evidencia de los efectos transformadores de las actividades humanas sobre la Tierra. Ganó relevancia en el año 2000 cuando el premio Nobel Paul Crutzen postuló que había llegado el momento de bautizar con ella la nueva era geológica. Haraway explicita sus objeciones y prefiere denominarlo Capitaloceno, dado que es todo el paradigma económico vigente lo que configura la amenaza a la estabilidad ecológica.
Pero ella va más allá y propone un nombre “para otro lugar y otro tiempo que fue, aún es y podría llegar a ser”. Lo llama Chthuluceno, un sustantivo compuesto por dos raíces griegas que “juntas nombran un tipo de espacio-tiempo para aprender a seguir con el problema de vivir y morir con respons-habilidad en una tierra dañada”.
En ese mundo, los seres humanos no son los únicos actores importantes puesto que lo que propone Haraway es una red tentacular, un sistema simpoiético, generado con otros, no construido en solitario. “Nos necesitamos recíprocamente en colaboraciones y combinaciones inesperadas, en pilas de compost caliente. Devenimos-con de manera recíproca o no devenimos en absoluto”, se lee en las páginas del libro.
En esta sesión nos adentraremos en la obra de Lynn Margulis y su relación con Haraway, para comprender cuestiones tan importantes como las estrategias de cooperación simbiótica que son la forma en que la vida enfrenta los límites biofísicos al crecimiento.
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