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La pregunta por la clase ha vuelto al centro del debate político (o quizás nunca se fue). Las recetas sobre cómo hacer una política de clase son muy variopintas. Abarcan desde las viejas propuestas de la ortodoxia marxis-ta hasta las iniciativas más experimentales, que anticipan campos de batalla y formas de lucha por venir. Sin embargo, nadie pare-ce haber dado con la clave definitiva que nos permita descifrar el jeroglífico de la clase. En este marco, Mezzadra y Neumann nos ayu-dan a orientarnos: el problema de la clase no es, ni nunca ha sido, su diversidad. La clase no existe de antemano, ni es un dato objeti-vo; la clase se construye. Y esa construcción, ese hacerse de la clase necesariamente pasa por luchas diferentes y diversas, cuyas tác-ticas y estrategias las deciden las personas que participan en ellas.