«Un día, hace unos años, revisando fotos, se me ocurrió que podría usarlas para contar ciertas historias. [...] Era la función que cumplían aquellos cartones en vías de desaparición, las postales: escribir unas líneas en el reverso de una imagen; producir, en ese cruce de formas y palabras, otra cosa. Lo intenté, me fui entusiasmando: había fotos e historias tan variadas; eran, de algún modo, la síntesis de décadas de recorridos por el mundo, de mis intentos de tratar ciertas cuestiones.»
40 postales llegadas de todo el mundo, desde Sri Lanka a Nueva York, del Amazonas a Corea del Sur, en las que uno de los grandes cronistas de nuestro tiempo reflexiona sobre la muerte, la belleza, la comunicación, el contacto con el otro y, en definitiva, el viaje.
POSTALES
AUTOR/A
CAPARRÓS, MARTÍN
Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) se licenció en historia en París, vivió en Madrid y Nueva York, dirigió revistas de libros y revistas de cocina, recorrió medio mundo, tradujo a Voltaire, Shakespeare y Quevedo, recibió el Premio Planeta Latinoamérica, el Premio Rey de España, la beca Guggenheim, plantó un limonero, tiene un hijo y ha publicado más de una veintena de libros que lo han encumbrado como uno de los grandes escritores latinoamericanos de nuestro tiempo. En Anagrama se ha publicado su novela A quien corresponda: «No solamente hace una crítica despiadada al poder eclesiástico que acompañó a la dictadura militar. Es, también, la crónica minuciosa de una venganza sin sentido, el relato de un fracaso: el de una generación que creyó en la Revolución y acabó derrotada en medio de tanta violencia derramada» (Diego Gándara, La Razón); «Una novela necesaria. Hace que el suelo tiemble un poco mientras la leemos. Y una vez cerrada, el suelo sigue temblando» (Juan Bonilla, El Mundo); y las crónicas de Una luna: «El mejor cronista actual de América Latina: un soberbio entrevistador, un viajero dotado de cultura enciclopédica y de una fina ironía» (Roberto Herrscher, La Vanguardia); y Contra el cambio: «Su prosa y su mirada son un reactivo fuerte para almas sensibles o amigas de lo políticamente correcto» (Leila Guerreiro, El País); «Convence tanto como seduce» (E. Paz Soldán, La Tercera, Chile); «Un perturbador sistemático, un sembrador de dudas» (F. Lazzarato, Il Manifesto).