Cuando Zipo era pequeño, los demás niños se empeñaban en romperle. Quizá por eso se aficionó a reparar las cosas rotas y usó esa habilidad para construir un vehículo con forma de hipopótamo en el que se introdujo para no volver a salir jamás. Esta historia comienza cuando el muchacho alcanza la mayoría de edad y sus padres le ofrecen dos únicas opciones: o sale del hipopótamo, o lo echan de casa. Zipo ama a sus padres más que a nadie, pero ese amor no es tan fuerte como su miedo a salir del hipopótamo mecánico, que con el paso de los años se ha convertido en algo más que un vehículo: Es su armadura, su segunda piel, su forma de escapar del mundo real. Así pues, el joven abandona el nido paterno sin saber que a la vuelta de la esquina le aguardan peligrosas aventuras que le convertirán en leyenda.