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«¡Atención, censores! Todas las fotografías sobre campeonatos de deportes de la Sección Femenina en las que las camaradas estén enseñando las rodillas están prohibidas y, por tanto, han de ser tachadas».
Desde la muerte del dictador en 1975 hasta la victoria socialista en las elecciones de octubre de 1982, salieron a la luz pública una serie de hechos y organizaciones (y hasta partes anatómicas, como las rodillas de «las camaradas») que habían estado cuidadosamente ocultos. Un periodo apasionante para todos los que lo vivieron, y de modo especial para quienes lo retrataron. No se trató únicamente de un cambio en lo que se ponía frente al objetivo de la cámara, sino de la aparición de un modo nuevo de trabajar: se pasó de hacer fotografías con una función de mero apoyo a los textos de la noticia, a la narración visual de la realidad desde un punto de vista más personal; de la somnolienta rutina del franquismo, a la edición y la búsqueda febril de modos hasta entonces poco conocidos para aportar información.
Este renacimiento del fotoperiodismo en España, vivido apasionadamente desde dentro, es lo que cuenta Juan Ignacio Fernández Bañuelos en Cuando la luz cambió.