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Este ensayo analiza algunos de los problemas fundamentales del periodismo. Aunque se estudian los efectos de la profunda crisis económica desatada en 2008 y de la revolución tecnológica digital, la atención se centra en cuestiones estrictamente periodísticas: la crisis de identidad y la pérdida de credibilidad, la creciente espectacularidad del relato, la búsqueda a veces compulsiva de buenos datos de audiencia (y cómo ello influye en la selección y presentación de las noticias), la caída en desgracia de principios deontológicos básicos o la necesidad de una regeneración profesional.
La información -sostiene el autor en este sugerente ensayo- ha dejado de ser el material y el objetivo básico de los medios de comunicación. En los nuevos medios la información interesa en la medida en que genera interacción, conversación social, algarabía o polémica en las redes sociales. Esto altera definitivamente el concepto clásico de «información» y de «noticia». Los medios de comunicación aspiran a ser un lugar de encuentro. O al menos, un lugar de paso. Las empresas periodísticas necesitan que la gente circule por sus páginas. Los contenidos -todo aquello que antes buscaba acercarse a la realidad, a la verdad- pasan a ser meras estrategias de seducción, material para avivar la charla, para alimentar el tráfico de lectores o engordar los datos de audiencia.
Este texto combina la reflexión académica con las aportaciones de once periodistas españoles con una sólida trayectoria profesional (en cada capítulo se incluye una charla): Iñaki Gabilondo, Lucía Méndez, Soledad Gallego-Díaz, Enric González, Álex Grijelmo, Ignacio Escolar, Vicente Vallés, Paco González, Rosa María Calaf, José Antonio Zarzalejos y Jesús Maraña. Se logra así acercar el ejercicio profesional al mundo universitario. De ahí que este libro constituya una herramienta excelente tanto para periodistas como para estudiantes de periodismo. Y en especial para quienes no se conforman con aceptar el pesimismo y vivir instalados en el lamento. Es tiempo de buscar soluciones. Es tiempo de generar debates y formular propuestas de regeneración. Solo así encontrará el periodismo una vía de escape. De otro modo, la herida nunca se convertirá en cicatriz.