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Lucía quiso, desde siempre, hablar con los animales. Hablarles como una forma de conexión real, visceral, urgente. En estas páginas, los animales no solo son formas bellas o criaturas del paisaje: son amuletos, diagnósticos, espejos, deseos, compañía.
Siempre quise hablar con los animales recopila ilustraciones y apuntes en cuadernos íntimos donde el dibujo se convierte en una forma de escucha, una manera de procesar emociones y de explorar, sin juicio, la salud mental, la memoria y el deseo de ligereza.
A medio camino entre el diario personal y la observación salvaje, este libro es también una cartografía emocional en la que las estaciones del ánimo se suceden sin lógica aparente, pero con una profunda verdad interior.
Aquí el dibujo es palabra, cuerpo y refugio. Aquí los animales nos enseñan que sanar es posible, que sentir no es un error, y que quizás, si estamos en silencio el tiempo suficiente, podamos aprender a entender su idioma.