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Alejado del idealismo romántico, Iván Turguénev consideraba que la literatura había de prestar un servicio social y que los temas que esta debía tratar tenían que ser eminentemente sociales. A través de sus personajes, reconstruía la imperfección inherente a la condición humana y ofrecía respuesta a los de samparados, a aquellos que están sedientos de justicia social. Todos los desfavorecidos encuentran un hogar en sus obras, ya sean estas grandes o pequeñas. Pero ¿no resultará imposible para un escritor realista escribir narraciones de terror? Para Turguénev, siempre que lo escrito resulte verosímil y se perciba la cuestión social, se pueden desafiar y transgredir las leyes de la naturaleza. Klara Mílich y otros relatos de terror no es solo una selección de cuentos escalofriantes que recurren al horror con el mero objetivo de asustar. Turguénev también los emplea para hablarnos, de una forma más poética y simbólica, de los problemas sociales que desataban su pluma. Con estos relatos nos plantea las cuestiones que incansablemente han interesado y afectado a la humanidad.