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En el campo de refugiados palestinos de Shatila, en el Líbano, la luz se coló con Majdi. Este pintor de fachadas formó un equipo de básquet femenino para apartar a las niñas de un destino dramático que suele empezar con el matrimonio infantil y que en ocasiones acaba en una espiral de maltratos, drogas y crímenes de honor. La periodista Txell Feixas fue testigo de los primeros pasos del equipo y una década más tarde vuelve al campo para reencontrarse con Majdi y sus jugadoras. A través del deporte, el entrenador quiso salvar a su hija del abismo.
Las protagonistas de esta historia han descubierto que pueden soñar si alguien les muestra que es posible y que pueden ser las niñas que quieran ser porque, sencillamente, tienen derecho a ello. Esta es una historia de feminismos, sororidad, deporte y refugio.