Para envío
Cuando fuimos padres, nos cambió la vida. Comenzamos a tomar conciencia de cosas que antes no nos preocupaban: la barbaridad de coches que se pasan los pasos de cebra, la cantidad de ruidos que hay en la calle, las exigencias que se tienen con los niños, las mentiras que se les cuentan... y lo que se les lee antes de ir a dormir.
Un día rescatamos aquellos cuentos que en la memoria colectiva, esa que pocas veces cuestionamos, creíamos maravillosos. Y se los empezamos a leer a nuestra hija.
Casi sin darnos cuenta, le contábamos que la belleza es imprescindible en la vida, le decíamos que siempre tenía que esperar a que un hombre la rescatara, que debía ser sumisa y aceptar su destino. Le transmitíamos que no podía ser valiente, que el amor romántico la salvaría de cualquier desgracia y que debía llevar altos zapatos de tacón para gustar a los hombres. Le enseñábamos que a los niños se les abandona en el bosque, que debe obedecer siempre sin rechistar, que los lobos son malos y que debe temer a las brujas.
Al final nos saltábamos tantas partes, tapábamos tantas ilustraciones... que decidimos no leérselos más. Ella no entendía de arquetipos y enseñanzas insconscientes (ni falta que le hace). Ella solo veía que las princesas esperan y los príncipes deciden. Ella solo veía lobos devorando a abuelitas, bosques terroríficos y brujas que no eran sabias.
¿Crees que esta es la mejor forma de irse a dormir?
¿Crees que esta es la mejor forma de caminar por la vida?
Nosotros no.
Por eso, por todo eso, **Érase dos veces**".
Esta vez.... no se comerán perdices ;)"
Belén y Pablo......."Érase dos veces"