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Thoreau comenzó a llevar un diario a los veinte años, y terminó rellenando catorce cuadernos y una recopilación que tituló «Fragmentos, o lo que el tiempo no ha cosechado de mis diarios». Años más tarde, el escritor, editor y traductor Damion Searls seleccionó pasajes de este vasto mar de palabras para crear la edición en un solo volumen más amplia y coherente que se ha publicado nunca. Los ritmos y revelaciones de los largos paseos de Thoreau en El Diario inspiraron la fluidez y el resplandor de su prosa poética. En la obra se aprecia en toda su plenitud la constante contemplación del autor de los ciclos, pautas y conexiones de la naturaleza, su sostenida fascinación por la luna, los pájaros, las bayas y, claro está, por la naturaleza humana.