Que Virginia Woolf es una maravillosa novelista, todo el mundo lo sabe; pero no siempre somos conscientes de que esta maravillosa novelista es también una maravillosa cuentista, diarista, autobiógrafa y ensayista. La calidad de sus ensayos (en el sentido inglés, que incluye los artículos), como los que ocupan estas páginas, es evidente: por algo se han traducido a tantas lenguas, por algo se siguen editando. Pero ¿en qué consiste, exactamente?, ¿cuál es su secreto? Yo creo que es doble. Por una parte, el impecable razonamiento que los sostiene, tan cartesiano, tan bien trabado; por otra, la engañosa suavidad de su envoltorio. Qué estilo tan natural, tan sencillo! Qué elegante ironía! Qué tono coloquial pero mundano, como de charla en un salón! La frase que mejor define, para mí, los ensayos de Virginia Woolf, es la famosa imagen con que Bernadotte (un militar francés convertido, en 1818, en rey de Suecia) explicaba cómo había que gobernar a los franceses: «Una mano de hierro en un guante de terciopelo».
AUTOR/A
WOOLF, VIRGINIA
Virginia Woolf (Londres, 1882), autora genial a quien debemos una de las aportaciones más originales a la estructura de la novela en el siglo XX, publicó numerosas obras, entre las que destacan La señora Dalloway (1925), Orlando (1928), Las olas (1931) o Entre actos (1941). En su ensayo Una habitación propia (1929) describió las dificultades que encontraban las mujeres para dedicarse a la literatura. En marzo de 1941, aquejada de una penosa enfermedad mental, se suicidó metiéndose en un río con los bolsillos llenos de piedras.