Victoria Ocampo y Virginia Woolf se conocieron en Londres a fines de 1934, en una muestra del fotógrafo Man Ray. Woolf era ya una autora consagrada internacionalmente y Ocampo buscaba hacerse un lugar en el muy masculino campo intelectual argentino. Victoria narrará este encuentro recurrentemente y en distintas versiones, dándole forma a su propio mito acerca del origen de esa amistad: "Yo la miré con admiración. Ella me miró con curiosidad. Tanta curiosidad por una parte y admiración por la otra, que enseguida me invitó a su casa". A partir de entonces, comenzó entre ellas un vínculo a la vez cultural y afectivo que se fue construyendo sobre un nutrido intercambio epistolar: Virginia y Victoria se vieron en persona tan solo tres veces. Sus cartas, reunidas por primera vez en este libro, no solo nos dejan entrever cómo se imaginan estas dos escritoras, la una a la otra, a través de las múltiples distancias que las separan o cómo se vive la incertidumbre de la guerra. Estas cartas nos permiten, además, conocer su trabajo como editoras y agentes culturales: entre otras cosas, podemos rastrear en ellas la dec
AUTOR/A
OCAMPO, VICTORIA
Gran mecenas argentina, es reconocida por la fundación de la revista y la editorial Sur y los textos autobiográficos publicados en Testimonios y Autobiografías. Su correspondencia permite entrever la relación con los intelectuales y el funcionamiento de Sur. Estas cartas constituyen un cambio de paradigma al iluminar su intimidad con Mistral y Kent y sus intervenciones políticas.
WOOLF, VIRGINIA
Virginia Woolf (Londres, 1882), autora genial a quien debemos una de las aportaciones más originales a la estructura de la novela en el siglo XX, publicó numerosas obras, entre las que destacan La señora Dalloway (1925), Orlando (1928), Las olas (1931) o Entre actos (1941). En su ensayo Una habitación propia (1929) describió las dificultades que encontraban las mujeres para dedicarse a la literatura. En marzo de 1941, aquejada de una penosa enfermedad mental, se suicidó metiéndose en un río con los bolsillos llenos de piedras.