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Las fuerzas de seguridad nunca han evitado la delincuencia, pero ese es uno de los secretos mejor guardados desde sus orígenes. En esa bruma, el mito de una institución policial eficaz y necesaria es el punto de partida en los relatos de las clases dominantes cuando abordan las temáticas de orden social y la libertad.
En lo que respecta al pasado más reciente, el modelo de incrementos lineales en cuanto al tamaño y competencias de los cuerpos policiales revienta en la década de los años noventa, experimentando un crecimiento exponencial: el poder policial se extiende como una plaga y la proliferación de sus excesos refleja una auténtica institucionalización del catálogo de las violencias legales.
Tras varios episodios de violencia extrema, 2020 parece marcar un cambio de ciclo. ¿En qué punto se encuentran las propuestas encaminadas a un mundo sin policía, o con unos cuerpos policiales reducidos a la mínima expresión?
El programa político de la despolicialización está dando sus primeros pasos, construyendo el andamiaje analítico y teórico. En ese contexto, Paul Rocher nos da herramientas clave para pensar alternativas sin el poder policial en el centro. Sus aportaciones son cimientos para imaginar un mundo nuevo: de ahí su relevancia.