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Una enorme explosión sacude la ciudad de San Petersburgo. El carruaje del zar acaba de saltar por los aires y el cuerpo del monarca se encuentra despedazado sobre la acera. Los responsables del asesinato son miembros de Narodnaya Volia, la organización secreta más temible de la historia del nihilismo ruso. Sus células, que se extienden por más de cincuenta ciudades, están formadas por agitadores, delincuentes y revolucionarios, por conspiradores que traman en las sombras la caída de la tiranía zarista. Una de las máximas responsables de la organización es Vera Figner, una joven de familia acomodada que forma parte del Comité Ejecutivo, el órgano encargado de establecer las líneas estratégicas que siguen las diferentes células. Vera la terrible, la sonámbula, la melancólica. Vera la radiante, la convulsa, la vengativa. Vera la tenebrosa, la bella, la violenta. Vera la turbulenta, la enferma, la olvidada.
En 1927, Vera Figner publicará las memorias de sus años al frente de Narodnaya Volia. En ellas hablará de fiebres e incendios, de delirios que aceleran los relojes de la Historia y artefactos explosivos que hacen caer regímenes enteros. Pero también de la prisión y el exilio, de la represión y la muerte. Enferma y al borde de la locura, Vera pasará más de veinte años en una de las peores cárceles zaristas, condenada al más terrible de los infiernos. Pero en medio del horror, nunca olvidará que allí donde haya un tirano, habrá alguien dispuesto a combatirlo.